sábado, 19 de febrero de 2011

Hoy nos pusimos políticos

Cómo me disgustan las etiquetas, sobre todo en materia de política. Es prácticamente imposible estar 100% de acuerdo con lo que te dice un tipo, si pensaste las ideas con posterioridad. Si coincidis en absolutamente todo, la realidad es otra: vos no tenías ninguna opinión y te estás dejando llenar la cabeza, sin racionalizarlo.
Lo peor es que el problema es básicamente el mismo, tanto para el gobierno nacional como para el de la ciudad: están aplicando soluciones europeas en un país que no tiene ni de cerca los mismos problemas. Eso se evidencia en las bicisendas, en las que se instalan los que no tienen dónde vivir. Se evidencia en las netbook, recibidas por gente que ya poseía una computadora (y los que no la tenían, tampoco deben poderla usar demasiado. La familia que hoy en día no puede permitirse una computadora no puede permitirse muchas cosas, particularmente un hijo que no trabaje). Se evidenció completamente en los festejos del bicentenario y en la reinauguración del Colón. Tanto festejo, tantas luces, tanto lujo: fue lindo, pero sólo sirvió para tapar los verdaderos problemas que tiene Argentina.
Por hacer una comparación que los adolescentes actuales entiendan (aunque probablemente ninguno haya llegado hasta acá)* es como si Argentina fuera un Motorola C115 y los paises desarrollados un Blackberry (aunque algunos tienen fallas importantes de fabricación y a otros los agarró la lluvia recientemente, pero se entiende). Y nosotros en lugar de intentar convertirnos en un celular con pantalla a color, nos cambiáramos la carcaza. Es una mejora quizás, pero no es lo que realmente estamos necesitando.
Hay que solucionar en problemas desde la base. Hay que subir la calidad de vida, pero empezando desde la clase baja, y no desde la media. Hay que formar industrias, generar puestos de trabajo y convertir a nuestro país en algo más que un productor de materias primas. Porque las materias primas las compran los países desarrollados y nos las vuelven a vender procesadas y empaquetadas. No es negocio.
Y fundamentalmente, hay que generar un cambio de actitud en la gente, hay que buscar que se involucre, pero no con un partido o un candidato: que busque el cambio desde las ideologías, con una mentalidad amplia, reconociendo y fomentando las buenas ideas, sin importar de quién provengan.

Ahora sí, volvemos con la programación habitual de boludeces.

*Qué divertido es jugar a que tengo lectores, por dió.

2 comentarios:

  1. Bueno, parece que no sólo tenés lectores si no que justamente una adolescente! Jaja..
    Me encantó leer esto. Totalmente de acuerdo con que alguien no puede coincidir 100% con alguien. Pero hoy día parece que muchos se aferran demasiado a cierta figura política, se fanatizan y quedan cegados. Yo estoy en proceso de tener una opinión, la verdad que todavía no me siento identificada con nada, pero sí supongo que tengo varios principios, que son míos como persona y que mucho tienen que ver con la sociedad.

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  2. Esa! Me gustó el comentario. Y eso es algo que pasa con todos los fanatismos, tanto políticos, religiosos y de una forma menos peligrosa hasta con los músicos (algún tema de tu grupo preferido te tiene que parecer una poronga. Uno solo. Uno chiquitito). Gracias por pasar, un beso!

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